miércoles, 7 de mayo de 2008

Ernesto sabato

sobre héroes y tumbas 1961
pagina 75-76 .
nuestra especial alejandra.
El calor es insoportable y pesado. La luna, casi llena, está rodeada de un halo amarillento como de pus. El aire está cargado de electricidad y no se mueve ni una hoja: todo anuncia la tormenta. Alejandra da vueltas y vueltas en la cama, desnuda y sofocada, tensa por el calor, la electricidad y el odio. La luz de la luna es tan intensa que en el cuarto todo es visible. Alejandra se acerca a la ventana y mira la hora en su relojito: las dos y media .entonces mira hacia fuera: el campo aparece iluminado como una escenografia nocturna de teatro; el monte inmóvil y silencioso parece encerrar grandes secretos; el aire esta impregnado de un perfume casi insoportable de jazmines y magnolias. Los perros están inquietos, ladran intermitentemente y sus respuestas se alejan y vuelven a acercarse, el flujos y reflujos. Hay algo malsano en aquella luz amarillenta y pesada, algo como radioactivo y perverso. Alejandra tiene dificultad en respirar y siente que el cuarto la agobia, entonces en un impulso irresistible, se echa descolgándose por la ventana. Camina por el césped del parque y el milord la siente y le mueve la cola, siente en las plantas de sus pies el contacto húmedo y áspero-suave del césped. Se aleja hacia el lado del monte, y cuando esta lejos de la casa, se hecha sobre la hierba, abriendo todo lo que puede sus brazos y sus piernas .la luna le da pleno sobre su cuerpo desnudo y siente su piel estremecida por la hierba, Así permanece largo tiempo: está como borracha y no tiene ninguna idea precisa en la mente. Siente arder su cuerpo y pasa sus manos a lo largo de sus flancos, sus muslos y su vientre. Al rozarse apenas con las yemas de sus pechos siente que toda su piel se eriza y se estremece como la piel de los gatos.

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